viernes, 30 de octubre de 2009

ACTO REALIZADO EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2009




12 de Septiembre de 2009, treinta y tres años después del mayor atentado ocurrido en la historia de la ciudad de Rosario perpetrado por la organización terrorista Montoneros, en el lugar del luctuoso hecho, allí donde una parte de lo que era un largo paredón testigo mudo de la tragedia desencadenada por un grupo que quería tomar el poder sin importarle las vidas inocentes que se perdieran, se congregan familiares y amigos de los muertos.
Las víctimas, un matrimonio y nueve policías, alcanzados por la demencial actitud hecha explosivos en plena calle quedan como muestras inextinguibles del horror y la barbarie que los Kirchner llaman hechos de los jóvenes idealistas que pensaban distinto.
El gobierno socialista de Hermes Binner trata de ocultar a la sociedad la masacre mientras levanta una estatua al criminal Che Guevara, en cuya inauguración el intendente Lifschitz del mismo partido manifiesta que "es un ejemplo de vida para imitar".
No puede sorprender la actitud de estos comunistas disfrazados de demócratas, admiradores de Fidel Castro y Chávez, sí sorprende que muchos ciudadanos crean en sus disfraces.
A pesar de todos ellos los verdaderos amantes de la libertad y la democracia se acercan al trágico lugar de Junín y Rawson donde ocurriera "La Masacre de Rosario", en ese pedazo de ladrillos y cemento convertido por el destino en el "Monumento a las Víctimas del terrorismo subversivo".
Se entonan las estrofas del Himno Nacional, se leen los nombres de las víctimas, los concurrentes gritan ¡presente! por cada uno y una trompeta llama a Silencio.
Dios se hace presente cuando el sacerdote habla por Ël y nombra a los que ya no están.
Algún camarada azul dice unas palabras, luego Arturo hijo del mártir Larrabure se suma con su emocionado mensaje.
Los familiares silenciosos y emocionados depositan flores al pie del monumento.
Esta vez hay Guardia de Honor, policías uniformados, abanderado y escoltas.
Como siempre muchos cómodos y prudentes excesivos han faltado a la cita, por eso es preferible pocos y con honor.
Ha recordado un camarada en su discurso que la sangre del policía seca demasiado rápido pero los que estuvimos allí hemos jurado que no dejaremos que tal cosa ocurra.
Y si es necesario la alimentaremos con la nuestra tantas veces haga falta.
¡Por Dios como testigo!

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